jueves, 19 de noviembre de 2009

/Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados. El doctor Juvenal Urbino lo percibió desde que entró en la casa todavía en penumbras, adonde había acudido de urgencia a ocuparse de un caso que para él había dejado de ser urgente desde hacía muchos años antes/

1 comentario:

Wanda dijo...

Eso me suena familiar, estoy tratando de recordar (mmmm)
Bue, sigo escuchando la voz de Martinez en mis parlantes.

Colega ♥